Tuesday, October 11, 2011

TUMBONA EDICIONES PRESENTA⎮dos libros anómalos⎮oct 15





Sombra sólida de sangre: la moronga, de Mariano Villalobos

Este libro es un viaje que atraviesa una ciudad decadente y un cuerpo poseído por el demonio del rock. Parte de un brindis y llega al fin del mundo, un lugar idóneo para amortajar las tinieblas de la cruda con un vodka. En este compendio etílico, lleno de visiones urbanas y frases que no disimulan su irreverencia, Villalobos le ha prendido fuego a nuestros peores lugares comunes.

Mariano Villalobos (México, 1953) es artista y letrista del grupo de stand-up punk Los Pellejos. Tuvo un par de revelaciones antes de empezar a escribir. La primera rayoneando un clóset en el que fue encerrado en la primaria y la segunda, escuchando los sermones de los Evangelios y las canciones de los Beatles. Asegura que tendrá su terdera revelación dentro de su ataúd y, mientras tanto, escribe esbozos y changuea por la ciudad.

"Una alucinada propuesta visual, musical, poética y provocadoramente punk", Carlos Martínez Rentería en La Jornada


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La cuenta de los días, de Daniel Guzmán (con la colaboración de Guillermo Fadanelli)

Una familia no realizada es lo que se esconde detrás de este álbum: fotografías, dibujos y un puñado de textos fotocopiados que entablan parentescos fortuitos. La cuenta de los días es, en palabras del propio Daniel Guzmán, “el libro de un lector mal organizado y con mala memoria” que nos muestra conexiones posibles entre lecturas personales, imágenes enigmáticas y el paso del tiempo.


Daniel Guzmán (DF, 1964). Artista mexicano, reconocido principalmente por su labor en el campo del dibujo, la instalación y el video en diversas exposiciones alrededor del mundo. Su obra gráfica hace un uso recurrente de imagen y texto, nacido de su interés por autores de la generación Beat, como William Burroughs. La obra de Guzmán también se ha ocupado de la estética del rock y sus lazos con lo urbano, para señalar lo que sucede dentro y fuera del sistema.

“El artista destruye desde la letra, la línea, y ese agudo, extraño sentido alimentado de obsesiva lectura; Guzmán lee sin parar para encontrar esa sentencia que desespera y cobija. El buen desencanto sólo pone el dedo sobre su llaga y no pide nada para curarse.” Dolores Garnica, en Luvina