Retrato de mi cuerpo, de Phillip Lopate
Si el ensayo, tal y como lo concibió Montaigne, es una aventura peligrosa hacia el interior de uno mismo, Phillip Lopate (Nueva York, 1943) es uno de sus expedicionarios más osados e impúdicos. Después de trazar el linaje del género en The Art of the Personal Essay, quiso reflejar su defensa de la primera persona como eje de la escritura en Retrato de mi cuerpo, una colección de ensayos autoescarnecedores e incisivos que, a la manera de un rompecabezas, van descubriendo el lado oculto de su personalidad, pero sobre todo, de esa encarnación perturbadora del yo que es el propio cuerpo. Sin temor a poner el dedo en la llaga de sus propios defectos (o de los demás), Lopate hace la disección de sus aficiones ganadas y perdidas –desde callar a la gente en los cines hasta el cultivo de una soltería empedernida– a través de un desconcertante desapego, no exento de humor, propio de los anatomistas profesionales. Al igual que otros autores que han hecho de sí mismos la materia de su libro, Lopate termina por construir un autorretrato en el que se puede mirar todo el mundo. Así, en vez de limitarse al papel del cascarrabias talentoso que hurga en sus resistencias, estamos ante un escéptico que nos hace cómplices de su autocrítica. Lo de menos es señalar la vanidad en un ejercicio de este tipo; como el propio Lopate apunta: “Si una mente me interesa lo suficiente, con gusto la seguiré a donde me lleve.”
Phillipe Lopate escribe narrativa, poesía, ensayo y crítica de cine. En sus ensayos, la primera persona no es ficticia sino descaradamente honesta, o al menos eso afirma. De allí que podamos inferir que practica un judaísmo crítico, tiene una secreta predilección por las calles de Greenwich Village y ha encontrado una extraña forma de meditación en las salas de cine. También es profesor de escritura creativa en Columbia, New School y Hofstra University. Su ensayo Contra la alegría de vivir fue publicado en la colección Versus de Tumbona Ediciones y sus novelas El mercader de alfombras y Segundo matrimonio han sido traducidas al español. Retrato de mi cuerpo fue finalista del premio PEN al mejor libro del año.
De Retrato de mi cuerpo
“Cuando se usa la primera persona, hay una delgada línea entre la seducción y lo insufrible. Desde hace tiempo sueño con traspasar un poco esa línea, escabullirme de pronto hacia el otro lado y estirar el límite de lo que se supone es una conducta aceptable en la primera persona, acentuando, como si se tratara de un tinte, el carácter abyecto de mi narrador, sólo por el placer de vivir peligrosamente.”
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